
San José -patrono de la Iglesia Universal- es el patrono de la Compañía de Jesús. De ahí la adoración de María Antonia por el Padre adoptivo de Jesús. Era tal su veneración que decidió cambiar su nombre y apellido “María Antonia de Paz y Figueroa” por “María Antonia de San José” y todos los 19 de cada mes mandaba a rezarle Misa, como nos cuenta en sus cartas 10 y 29.
Además, a las niñas pobres que eran hospedadas por ella en la Santa Casa las anotaba con el apellido “San José”, como figura en la carta 20.

La adoración al Divino Niño que manifiestan las iconografías de San José y de San Cayetano, también era propia de Mama Antula. Nuestra Beata incorporó la veneración al Niño Dios a través de su “Manuelito”, un Niño Dios recostado en la Cruz, el cual llevaba colgado como cruz pectoral y que se hizo famoso en su tiempo por ser muy milagroso.

Prácticamente todas las gracias solicitadas al Manuelito resultaban concedidas. Si faltaba alimento para los Ejercitantes Mama Antula decía “El Manñuco nos va a proveer”, y aparecían (Mañuco significa Manuelito en quechua). Las personas que hacían los Ejercicios ignacianos con Mama Antula se disputaban la visita del Manuelito, que se pasaban de casa en casa. Era tal la devoción por el milagroso Manuelito que en un momento Mama Antula tuvo que pedirle a su amigo el Padre Juárez -jesuita exiliado en Roma- que le mandara a hacer uno de mármol porque el de madera ya estaba gastado de tantos rezos, besos y súplicas. El original de madera y el de mármol son preciadas reliquias que se conservan en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales.
