Vida y milagros en verso

El sacerdote franciscano fray o R. P. Cruz Paz (1846-1914) -descendiente de Mama Antula- escribió el libro “Vida y milagros”, dedicado a María Antonia de Paz y Figueroa, que era su tía tatarabuela. Cruz Paz publicó el libro en el año de su muerte y en forma anónima, como son los ejemplares conservados en la Santa Casa de Ejercicios. En el verso, Cruz transmite sus dones de poeta, músico y orador sagrado en la forma y estilo de cada estrofa, que canta con maestría y armoniosamente toda la vida de María Antonia de San José.

Es muy valiosa la descripción del momento de la Pascua de Mama Antula, sin duda un momento santo y milagroso en cual se iluminó la celda 8 de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, donde murió.

El verso Vida y Milagros, que reproducimos a continuación, se encuentra en el libro «El retrato documental de María Antonia de Paz y Figueroa, la Beata santiagueña» (2017), escrito por Aldo Marcos de Castro Paz. Está dividido por subtítulos para una mayor comprensión y disfrute.

Su santidad

De Santiago del Estero
en la lejana comarca, 
que de inmensa estéril charca 
tomó nombre duradero; 
en desierto verdadero, 
aquel que todo lo abarca 
tu destino elige y marca 
como en jardín placentero.

De ser la tierra en loa 
donde María Antonia nace, 
y un blasón con nombres le hace 
de los Paz y Figueroa; 
que de España hizo la proa 
y en estas playas renace, 
y fundar pueblos le place, 
do habitan el tigre y boa.

A una fauna la destina 
más ilustre y más grandiosa, 
pues sobre ella reposa 
la complacencia divina; 
y celeste mariposa 
con fulgores se ilumina, 
cual luciérnaga preciosa 
que por sus bosques camina.

Como flor muy estimada 
en el paterno hogar crece, 
con los candores nevada
de castidad aparece; 
la virtud su cuna mece 
como un aura embalsamada, 
que así es justo que empiece 
santidad tan acabada.

En la juventud se aleja 
del lujo y de sus primores, 
los placeres, los honores 
que el mundo le brinda, deja, 
como un sendero de flores 
que á sus pasos se despeja; 
caballeros y señores 
que piden su mano, deja.

De Belén en el Convento 
y de sus claustros retirada, 
vive al Señor consagrada 
en humilde abatimiento; 
en ayuno macilento, 
con cilicios macerada, 
sobre un leño recostada, 
duerme por tierra un momento.

Por los pecados ajenos, 
(por los suyos no merece) 
a su Dios humilde ofrece 
días de martirio llenos; 
con disciplinas escueze
su espalda y sus albos senos, 
con cadenas, como frenos, 
su airoso andar entorpece.

Su misión

A los treinta años cumplidos, 
el cielo le ordena emprenda 
una nueva y fuerte senda, 
con avisos repetidos; 
a sus prójimos perdidos 
del mundo en ruda contienda 
busque, y procure la enmienda 
de sus caminos torcidos.

Como Cristo dio su vida 
por salvar sus semejantes, 
y á las ovejas errantes 
vuelve en paz á su guarida; 
en caridad encendida 
por los parajes distantes, 
a las almas anhelantes 
lleva la gracia perdida.

Buscando vá sacerdotes 
que ayuden á su obra pía, 
en su celo ella confía, 
de su palabra en los dotes; 
al ministerio los guía, 
que combatan los azotes 
del vicio y la culpa impía, 
y á Satán quitan sus lotes…

Lotes de almas ya seguras, 
y á su imperio esclavizadas, 
a las corrientes oscuras 
del Averno destinadas; 
al oír sus doctrinas puras 
se apresuran en bandadas, 
y de nuevo libertadas 
son de sus cadenas duras.

¿Hacia dónde se dirige?

Con una Cruz en la mano, 
las poblaciones recorre 
María Antonia, y socorre 
todo el país comarcano; 
acuden del monte al llano 
al raudal santo que corre, 
su virtud cual de alta torre, 
atrae al pueblo cristiano.

De su patria en los esteros, 
de Tucumán en la sierra, 
do habitan los tigres fieros, 
cruza y el paso no yerra; 
de Salta por los senderos 
abruptos, dó el monte cierra, 
de Jujuy por los lindero, 
que limitan nuestra tierra.

De Catamarca á los valles 
baja cruzando zarzales, 
de Rioja en los arenales, 
dó quiera las almas halles; 
de Córdoba por las calles, 
de San Luis por los pastales, 
ván tus pasos celestiales 
sin que en tu celo desmayes!

A Buenos Aires la emprendes, 
ciudad grande y populosa, 
con inspiración dichosa 
hasta allá tu paso extiendes! 
por trescientas leguas hiendes 
la tierra seca arenosa 
con tu planta ya callosa, 
y tu Cruz al fin le tiendes!

En sus calles apedreada 
cual loca por los pilluelos, 
en su Iglesia más amada 
busca refugio y consuelos; 
con visiones de lo cielos 
allí se vé confortada, 
su empresa será lograda, 
coronados sus anhelos.

En la Casa de Ejercicios 
que piadosa ella levanta, 
deja saludable planta 
y asilo contra los vicios; 
del mundo y sus principios 
el alma sale y se espanta, 
la llaman la Santa Casa 
por sus grandes beneficios.

Allí el pobre es socorrido 
por su mano generosa, 
el huérfano, el desvalido, 
de su dulce amparo goza; 
allí el ladrón y el bandido 
de su vida perniciosa 
siéntese arrepentido; 
y á conducta vuelve honrosa.

La jóven desamparada 
y á los peligros expuesta, 
del peligro es retirada 
bajo el techo que le presta, 
y la mujer inmodesta 
al escándalo entregada, 
o la esposa separada 
del hogar, á él torna honesta.

El acento de sus prodigios


Dios sus obras acompaña 
y con milagros aprueba; 
Él la libra de la saña 
del cruel tigre que se ceba 
en medio de la campaña, 
del indio que esclavas lleva, 
y nadie jamás la daña, 
ni teme en ninguna prueba.

Si faltan las provisiones 
a la multitud reunida, 
por tu oración prevenida 
derrama, oh Madre, sus dones 
la Providencia en seguida; 
multiplica las raciones 
de pobre escasa comida, 
o aumenta el pan á montones.

La fruta más exquisita 
de lejos por ti se llega, 
y el arriero que se irrita, 
asombrado te la entrega; 
si el agua se necesita 
y el aguador te la niega, 
del cielo se precipita 
y tus cántaros anega.

Si á las orillas del Plata 
o por inmensa campaña, 
la tempestad se desata 
y á torrentes todo baña, 
ni tu persona maltrata, 
ni tus vestidos empaña 
cayendo la lluvia ingrata, 
pues el Señor la acompaña!

Si en medio á noche silente 
un desgraciado te invoca, 
con su alma agitada ya loca 
por el peligro inminente; 
el poder omnipotente 
a esa ora te biloca, 
delante de él te coloca, 
y por ti salvo se siente!
No menos allá en la oscura 
prisión triste condenado, 
viéndose en falso acusado 
con la muerte ya segura; 
y al Virrey te hás presentado 
de la noche á gran altura, 
y el inocente es salvado!

En tu Casa al colocarse 
la Santa Cruz, de el tablado 
se vé un obrero inclinarse; 
cayendo precipitado; 
por muerto en tierra ha quedado 
sin suspirar ni menearse, 
le ordenas tú levantarse 
y sano la Cruz há alzado!

Si con furiosa demencia 
desdichado ejercitante 
se arma de daga cortante 
y ataca con vehemencia 
cuanto halla por delante; 
a morir se le sentencia, 
más pidiendo tú clemencia, 
á tu voz sana al instante!

El Alba

De María Antonia ha llegado 
a su término la vida, 
dejando en todo cumplida 
la misión que Dios le ha dado; 
la más excelsa subida 
de santidad ha tocado, 
mas humilde y dolorida 
al confesor ha llamado.

En su lecho penitente 
y pobre cual siempre fuera, 
el Cuerpo de Cristo espera 
que la conforte y aliente; 
de la Caridad ardiente 
consúmese en dulce hoguera, 
y su alma blanca y luciente 
vuela á la azulada esfera.

Mas antes su testamento 
con entereza ha dictado, 
en él nos deja un dechado 
del más tierno sentimiento; 
su obra un solo momento 
ni á sus hijas ha olvidado, 
como Madre les dá aliento 
y á Dios las ha encomendado.

Una plegaria desplega 
de ver á todas un día 
reunidas, siendo su guía, 
si al pié de su trono llega; 
su cuerpo á la tierra lega, 
mas á tus pies, Virgen pía, 
gustosa descansaría 
y humilde sepulcro ruega.

Rosada nube desciende 
y ocupa toda la pieza, 
ígneo globo el techo hiende 
hacia el cielo con presteza; 
así á Dios ligera asciende 
siendo vista con certeza, 
la Caridad que la enciende 
claro símbolo ello expresa.

En su Iglesia más amada 
donde oró por vez primera, 
dó la Piedad se venera 
de María, es trasladada; 
allí yace sepultada 
cual humilde lo pidiera, 
su santidad comprobada 
Gloriosa corona espera!

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