Escritas por Mama Antula, estas letanías eran cantadas por las beatas durante las Navidades. En el antiquísimo libro de Domingo Caviedes se han recopilado estos versos, y en la Santa Casa están los manuscritos de estas saetas.

I Vengan presurosas almas, a adorar al Infante Tierno Dios de Majestad. II Desde las humildes pajas en que está, se hace presente Su amor y bondad. III Dese allí convida con dulce amistad y sus pensamientos son siempre de Paz.IV Su pecho es un vivo activo volcán que despide llamas de amor celestial. V Vengan encendidos en hoguera tal, y arda en vivo fuego, Santa voluntad. VI Vengan derramando lágrimas sin par los dulces momentos de nuestra Piedad. VII Vengan los humildes para presentar, puros corazones Que Él no pide más. VIII Vengan admirados A ver tal Bondad, un Dios revestido de carne mortal. IX Vengan y celebren Impacientes ya, A dar ese abrazo de eterna Amistad. X Venga, ¿tiene miedo su gran majestad? No tema, es un Niño humilde sin par. XI Por nosotros pobre nació en un portal, a ocultar en su carne y su divinidad. XII Vengan, y confiesen con sinceridad, ¡Oh, Divino Niño! Aquí estamos ya. XIII A Tus Pies rendidos damos sin cesar, eterna alabanza a tu Gran bondad. XIV Despide amoroso fuego celestial que prenda en el alma de quien quiere amar. XV Nuestro amargo llanto dígnate enjugar, mientras te rogamos Oh, buen Dios, ¡piedad! XVI Tus misericordias no tienen igual, porque ellas redimen todo nuestro mal. XVII Recibe piadoso nuestra voluntad que al haber pecado pesarosa está. XVIII No nos abandones ¡Oh Dios de Bondad! que no perderemos jamás tu Amistad.
XIX Mil Gracias te damos que siendo inmortal, vestir has querido nuestra humanidad. XX Para en tal figura humana, cargar con aquel delito que cometió Adán. XXI ¿Cómo pagaremos Bien tan singular, que no podrá el hombre jamás apreciar? XXII Pero si distantes los hombres están, de corresponderte beneficio tal: XXIII Recibe a lo menos Niño Celestial, nuestros corazones que a tus pies están.

La ternura de María Antonia para con el Niño Jesús, el Manuelito, nos transporta más allá de nuestro tiempo y nos eleva hacia el misterio de todo un Dios hecho carne por nuestro amor y para dar salud a nuestras almas.
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