Mama Antula comenta que las tandas de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires son sin pausa y menciona «al glorioso» San Luis Gonzaga.

Mi más venerado hermano en Cristo.
Con singular consuelo mío recibí la de Vuestra Merced del 23 de mayo del presente año en este aviso de octubre, por la cual veo goza cabal salud, y juntamente con el consuelo que ha tenido de haber tomado los santos Ejercicios en la capilla y aposento que fue del glorioso San Luis Gonzaga.
Mas ¡ah! ¡cuándo llegará el día en que me diga que están ya poseyendo estas habitaciones, no de prestado, sino con la propiedad que antes! En fin, el poder del Todopoderoso es infinito, y aunque Vuestra Merced en las suyas no me da el más mínimo consuelo en esta parte, mas atenta a la Providencia de Manuelito no descaezco, antes sí me hallo acompañada de una grande y viva esperanza; y en fin, hágase su divina voluntad y sea alabado eternamente.
No ha sido de poco consuelo para mí la noticia que me da de los santos Ejercicios que promueve el espíritu de ese clérigo y ministro del santuario con fruto de las almas. La Divina Majestad les aumente y acreciente más y más su espíritu para mayor honra y gloria y bien de las almas. En ésta de Buenos Aires aún me hallo aguardando a que Manuelito me abra el camino, y seguir adonde fuere su agrado, y no obstante a que en ésta, tal vez, para mayor confusión mía, veo diariamente los rasgos de su Divina Providencia, con tanto aprovechamiento de las almas, que parece según la copia y concurso de las almas y su anhelo a tomar los santos Ejercicios de todos estados, calidad y dignidades, que recién se ha establecido esta casa, y viéndome obligada a darlos con tanta frecuencia, que hay ocasiones que salen unos el día de hoy, y al otro día, o un día de por medio, abrir las puertas para que otros entren, siéndome muchas veces doloroso el no poder dar a un mismo tiempo, si fuera posible, tanto a hombres como a mujeres, según es el empeño con que ocurren para ser preferidas las mujeres, o ya los hombres, para que a ellos se les dé; pues, es tal que, si sólo se diera a los hombres con la continuación que se da, nunca podría agotar a la multitud de ellos, porque continuamente vienen de muy dilatadas leguas. Y lo que llevo dicho de los hombres pasa igualmente con las mujeres. Alabado sea aquel Dios Omnipotente de todas sus criaturas.
En mis antecedentes creo tenerle dicho sobre el privilegio que pretendo de tener a Su Majestad expuesto en tiempo de los santos Ejercicios, en la oración de la madrugada y en la última oración de la tarde, y si es que no le tengo dicho, pídole y encargo, que haga la diligencia, pues no me falta nada de lo necesario para exponer a Su Majestad, porque ya a prevención tengo una custodia muy hermosa, el sitial que se va a hacer. Esta diligencia y privilegio se lo recomiendo con mucho empeño, y espero no omita diligencia por ser para el fin que es.
El señor Don Isidro Lorea me dice que en esta ocasión escribe a Vuestra Merced. Este caballero me tiene dado 25 pesos para que se lo remitan a Vuestra Merced, los cuales tengo dado a Don Manuel Zapiola, con 8 pesos más, que puse yo, para que se ajusten a los 33 otros de Nuestro Redentor, los que creo que ya tienen dada orden a su apoderado de Cádiz, para que se lo remita. Juntamente me dice dicho Don Isidro, que recibió las que Vuestra Merced le escribió, y más el rescripto de las indulgencias, las que ha estimado mucho.
En mi antecedente paréceme tenerle dicho haber recibido la carta que me escribió el Padre Rhomberg, y juntamente aquello que vino en el pergamino, y le tengo respuesto ya a la suya. Tengo juntamente recibido el cajoncito de escapularios hechos en Francia, cuyo regalo se lo estimo infinito, como también el Lignum Crucis (Madera de La Cruz) al Padre Galprín, a quien me dará mis más finas expresiones, como también al Padre Juan Nicolás, al Padre Ventura, a mi sobrino Juan José, y finalmente a todos los paisanos y conocidos. Recibirá expresiones de todas mis niñas, las que se le recomiendan de corazón.
De su primo el Arcedeano y Dr. Juárez he tenido cartas y está bueno, el que me encarga que le recoja sus cartas y se las remita, y aunque echo de ver en los correos no se han encontrado no se cuál será la causa. Del religioso Mercedario tengo hecha la diligencia y creo que Zapiola ha dado providencia. Nuestro Señor guarde a Vuestra Merced por muchos años en su santa gracia para su divino servicio. Besa las manos de Vuestra Merced su más afectísima hermana y humilde sierva
María Antonia del Señor San José, Beata
Ficha técnica:
- Fecha: 19 de noviembre de 1787
- Desde Buenos Aires
- de Mama Antula
- al Padre Juárez
- Idioma: Español.
Cf. Blanco LXXII: ASR 241-243 (en castellano); G 69; B 80-81. Una versión: Blanco LXXI: ASR 269 (en italiano, más breve); G 69. Buenos Aires, noviembre 19 de 1787.