Mama Antula nombra a San Cayetano en esta carta fechada en su santo, y a los santos a los que se consagran las Beatas que la acompañan -para quienes pide Indulgencias-. Escribe apurada y se disculpa por los «santos motivos» que le impiden escribirle más seguido al Padre Juárez, a quien ruega que continúe enviándole cartas.

Carísimo hermano en Cristo:
En este correo de julio recibí dos cartas de Vuestra Merced, las fechas la una de 28 de febrero, y la otra de 1 de marzo, en las que me dice sobre la suspensión en escribirle, la cual no debe presumirse sea descuido en mí, ni menos poca voluntad; antes, si me fuera posible, le escribiría instante por instante, pues mis deseos son éstos; pero atendiendo a mi ministerio y que éste muchas veces no me da permiso, ya por la multitud de gentes que concurren, movidos de Dios, a gustar de los celestiales consuelos que reciben en los santos Ejercicios que me obliga, sin términos de tiempo, de data a data, satisfacerles a sus santos deseos, y lo principal a complacer mi deseo, cual es la mayor honra y gloria de Dios y bien de las almas; ya el procurar por el sustento de éstos (…) nos, como lo hice saliendo a la jurisdicción de esta ciudad y de día (de) y del próximo diciembre pasado, a pedir limosna, en donde (pasé) poco más de dos meses y apenas volví cuando siguiendo con los santos Ejercicios como llevo dicho, gracias a Manuelito fue tanto el crecido número de gentes que ocurrían que hubieron datas de llegar el número de cada una de ellas cerca de quinientas almas, las cuales me llenaron de una grande alegría, al ver las misericordias de aquel Padre de clemencia, y del modo como recoge a su divina grey a los que, descarriados y ciegos, caminaban por las sendas de su perdición. Estos santos motivos han sido la causa de perder tal vez algunos avisos de no escribirle: estas causas lejos de serle displicentes, antes le serán de grande júbilo, motivos para que alabemos y glorifiquemos incesantemente a Manuelito. Ya en mi antecedente le tengo noticiado haber recibido todas las encomiendas que se ha servido despacharme, y juntamente el Niño Jesús con todas sus indulgencias, como también la comunicación de gracias, etc., despachadas a mí por el Vicario General de la Rusia y en ésta tengo recibido el decreto pontificio de indulgencias para las festividades de la Santísima Virgen Nuestra Señora, y juntamente la relación de la vida y muerte de ese sacerdote joven, devoto a San Estanislao, cuya noticia luego se publicó en esta ciudad con grande alegría y devoción en el corazón de los fieles. Así mismo en la suya me dice que en mi antecedente hago preguntar sobre los costos de mis cartas. A lo que digo que sin preguntar lo hiciera muchas veces demandarle con deseo, aunque no tuviese mayor necesidad, si no tendría yo consuelo de hacerlo, si no fuera la penalidad de las encomiendas y de las dilaciones; pues me parece que el haber puesto de esa suerte ha sido errata de la amanuense, pues conoce ella misma que ha sido así. En esta ocasión le mando treinta y tres pesos: por cuenta de Lorea van veinticinco pesos, y lo restante lo mando yo, que son trece (sic) pesos. Va inclusa una carta para el Padre Juan Nicolás que le mandan de Santiago y va con el defecto de ir abierta; pero advierto a Vuestra Merced que no se le ha visto una letra, pues habiendo yo abierto mi carta, en donde venía adjunta la de dicho Padre, y me la pusiese a un lado por hallarme indispuesta, le (dije a la) Ramona, que cogiese mi carta y la leyese, sin advertirle que estaba abierta, y cogió ella la del Padre Juan Nicolás; con que le dirá Vuestra Merced así lo que ha sucedido para (que) quede satisfecho, y al mismo tiempo le dirá Vuestra Merced que estando en mis dolencias acordándome de él, de cómo se hallaba con la demasiada edad, que de incomodidades pasaba, me enfermé de sólo este pensamiento; con que a veces suelo decir, que tal vez no será del agrado de Dios tanto pensar; y así encomiéndeme a Nuestro Señor.
En este correo próximo escribiré a Córdoba a Don Ambrosio Funes sobre los 22 pesos dobles, para que me anoticie con individualidad para quien sean. Dará Vuestra Merced mis expresiones al Padre Ignacio Rhomberg, al Padre Miguel León, Padre Ventura, Padre Juan Nicolás, a Juan José mi sobrino, a todos los demás conocidos. En nuestra tierra no hay novedad ninguna a quienes escribí en este correo participándoles sus expresiones.
Yo siempre me hallo en ésta de Buenos Aires aguardando las disposiciones divinas y me encamine a donde quiere su divino agrado, con disposición (no rehusando ningún trabajo) seguir, para la honra y gloria de Manuelito y bien de las almas, hasta a proceder a los últimos términos de la tierra, pues por mis empeños que he hecho para que el Señor Virrey me dé licencia de pasar a Montevideo no puedo conseguir; no obstante, en el presente he hecho otro esfuerzo y se me da esperanza. Tengo instado sobre el doblón a Don Manuel Zapiola quien me dice que ya ha dado orden para que le entreguen a Vuestra Merced otra onza.
Y así Vuestra Merced no deje continuamente de escribirme, pues en eso tengo consuelo, porque yo no soy capaz de poder a menudo. En esta ocasión respondo a Don Pedro Arduz, pues me dice que está próximo para pasar a ésa. Por si acaso no le pudiese escribir al Padre Ignacio Rhomberg le agradecerá mucho de mi parte que le estimo mucho lo que (me han) mandado, pues, estando tan indigna, me ha hecho (tan grandes) favores. El Padre capellán que tengo (aquí, le) manda muchas memorias y me ha dicho que quiere escribirle, pero, por hallarse muy ocupado con una plática que tiene que hacer y otras ocupaciones, no lo hace ahora. Es Don Pedro Uriarte, su pariente. Hoy día de San Cayetano ha estado aquí el Dr. Solá y me le ha cantado una misa, y le manda muchas memorias y se halla ahora de provisor. Es persona de mi satisfacción y se halla muy ocupado, y les merezco tantos favores a todos los clérigos: desde los canónigos hasta los últimos clérigos, todos hacen extremos en la casa, pues a todos he tratado con tanto respeto y satisfacciones como si fuesen hijos propios. Y juntamente le digo los favores que merezco de las personas seculares desde el Virrey para abajo, todas las personas de suposición, que esto es lo que más me confunde el considerar en qué pararé delante de mi Dios. Y como experimenté del Virrey el haberme pedido por favor el que me quedase, y como el pedimento del Superior es como mandato, por eso estoy sin deliberar el irme, y aun poniendo empeño, dudo si consiga.
Mi sobrina Ramona le envía muchas memorias a Vuestra Merced; también al Padre Ventura la Petrona de San Gabriel le envía muchas memorias y dice que la encomiende a Dios, que es la portera, para cumplir con su obligación: que es muy perversa, que ella lo dice. La Petrona de San Ignacio, es todo su anhelo San Ignacio y toda la Compañía, y dice (que Vuestra Merced la) encomiende a Dios, que ella es esclava de San Ignacio según hace extremos con el Santo. María Manuela del Sacramento también se le encomienda: es toda santidad, pero esta palabra es para que ella no lo oiga. María Micaela de Jesús juntamente se le encomienda, María Basilia de San Estanislao, Margarita de San Ignacio, Juana Josefa del Corazón de Jesús, Tomasa del Señor San José, Gregoria del Rosario: todas estas le mandan muchas memorias, y otras muchas no se ponen. María Anastasia, que es la que me cuida continuamente, quiere una indulgencia y quiere ser del Corazón de Jesús y Josefa Perfecta quiere ser de la Santísima Trinidad; y Justa Pastora quiere ser de San Cayetano; María Dominga quiere ser de la Pasión de Cristo; María Ignacia quiere ser de San Francisco de Javier; María Mercedes quiere ser de (San…). Vuestra Merced verá de la familia que van, pues mucho (…) fuera (…) pero rehuso por no cargarme tanto y creer (…) fe en esta cosa, no sé por qué será.
El día 16 van a entrar los señores clérigos y el Padre Toro siempre está trabajando. Las ocupaciones no dan lugar a escribir con formalidad, pues a poquitos se hace; y por fin Vuestra Merced suplirá las faltas que van. Por el contexto de las de Vuestra Merced vengo en conocimiento que se han perdido dos cartas que tengo a Vuestra Merced escrito.
Me han avisado que en la Compañía se le ha hecho su funcionada a San Ignacio y en San Nicolás el Dr. Ortega también, y en la Piedad el Dr. Zamudio, y en casa de sus Ejercicios lo han celebrado con los señores clérigos, y en Santo Domingo Don Isidro Lorea ha hecho función grande con sermón; y dicen que se ha portado mucho. Una admiración se me ofrece que participarle y es que el día de San Ignacio salieron los niños de la escuela gritando vivas a San Ignacio.
Y con esto y no ofreciéndose otra cosa que pedir a Nuestro Señor guarde su vida muchos años. Buenos Aires y 7 de agosto de 1787. Besa las manos de Vuestra Merced
Su afectísima servidora
María Antonia del Señor San José.
Dará Vuestra Merced mis finas representaciones al Padre Segismundo Griera.
Ficha técnica.
- Fecha: 7 de agosto de 1787
- Desde Buenos Aires
- De Mama Antula
- al Padre Juárez
- Idioma: Español
Cf. Blanco LXVIII: ASR 237-238 (en castellano); G 69; B 77-79. Otras versiones: ASR 267 (en italiano) y ARSI 179 (más breve, en italiano). Buenos Aires, 7 agosto de 1787.
Un comentario en “Carta 47 – De la Sierva de Dios al Padre Juárez (Buenos Aires, 7 de agosto de 1787).”