En esta carta Mama Antula comenta la costumbre virreinal de sacar en procesión al Nazareno en cada Semana Santa por las calles de Buenos Aires, y pide indulgencias por beatas y familias del virreinato que colaboran con los Ejercicios Espirituales.

Estimado hermano en Cristo:
Por su carta de 19 de septiembre de año pasado, me avisa que hacía más de dos meses que había salido el Niño Dios para Cádiz, en donde el señor Beristáin quedaba encargado de recogerlo y remitirlo a Buenos Aires; hasta el presente aún no ha llegado a ésta, y ciertamente que ya tarda.
Por lo que respecta a las indulgencias, me dice trae concedidas para mí, y que aguarda noticias de la devoción con que los fieles lo adoran para sacarlas igualmente para todos, debo decirle que, siendo imagen de Manuelito, basta para que los fieles lo adoren con toda devoción: toda ponderación es nada, para decir el anhelo y veneración que tienen a Manuelito, pues así los señores clérigos, como todas las personas de suposición, están deseando que llegue, y ya el que yo tengo en el cuello, que es de piedra, no lo dejan, pues, para enfermedades, para partos, en todo anda él, y ya lo ando mezquinando, porque está ya algo gastado. Con que, luego que llegue el otro, lo pondré en el altar para que todos lo adoren; pues esta devoción no sólo ya es grande, sino que cada día toma más aumento.

Buena prueba de esto es lo que, a imitación de los Ejercicios, se ha hecho en la próxima Pascua de Navidad en varias iglesias de esta ciudad, aun de regulares; pues no habiendo habido costumbre hasta ahora de exponer el Niño Dios en los brazos de un sacerdote a la pública adoración de los fieles, lo han hecho en estas Pascuas, del mismo modo que se practica en los Ejercicios. Por eso, pues, hubiera tenido mayor gusto, si las indulgencias concedidas, lo fuesen para el común de los fieles que para mí; con eso, desde luego empezaban a gozar de ese tesoro. Yo en realidad, miro más por el bien ajeno que por el mío.
Sobre las onzas de oro, no ha habido más equivocación que el haberse mandado una sola; pero, según me ha asegurado Don Manuel Zapiola, después se despachó la otra, y creo que al presente ya le haya recibido. He recibido el Rescripto Pontificio con todo lo adjunto que dice su carta; igualmente he recibido los cajoncitos que trajeron los Padres Altolaguirre y Donoso; bien que parece que dicho Padre Altolaguirre se descuidó, porque el cajoncito que entregó daba muestras de que lo habían revuelto muy por menor, y por estar muy ocupada no le participo más por menor de todo.
He recibido carta del Padre Segismundo Griera, que me ha confundido bastantes con sus expresiones llenas de humildad; también escribo al Padre Ignacio Rhomberg; quiera Dios que lo haga con acierto. A primeros de febrero estoy para pasar a Montevideo, queriendo Dios. Tiempo ha que me esperan con ansias aquellas gentes, deseosas de tomar los santos Ejercicios. Mucho me consuela el Señor viendo cómo bendice la obra de sus manos; creo que por muchos años que me mantuviera en esta capital nunca faltaría a quienes dar Ejercicios; sin duda, que las oraciones de Vuestras Mercedes tienen mucha parte, y procuraré lo mismo respecto a los ejercitantes.

Mucho me consuela la protección del Todopoderoso con su amada Compañía en el imperio de la Rusia. Yo espero que ha de tomar un vuelo muy rápido, y que su total restablecimiento ha de causar mayor admiración que su ruina. Dios prospere mis deseos. Me dice Vuestra Merced que le avise las cosas que pasan acerca de los Ejercicios; y en esto debo decirle, que es un prodigio que a cada paso experimento, y todo palpablemente, pues en libros no cabría el poner lo que pasa. Y actualmente, ya mañana entramos a los Ejercicios y, salidas estas ejercitantes, hay otra data y no más, sin embargo que los empeños son grandes a fin de que haya más; pero les he prometido que no, porque son tan repetidas las súplicas y cartas de Montevideo a que vaya, pues ya no puedo menos que irme lo más breve que pueda; y salidas que sean estas ejercitantes, se ha determinado el que entren hombres el día 20 y saldrán el día 29, y por última data va a salir en procesión mi Jesús Nazareno con toda la clerecía, y los ejercitantes los hago ir en procesión a alguna iglesia en donde está Su Majestad manifiesto, para la edificación de las gentes. Pero voy a avisarle que este mi Señor Nazareno que va a estrenarse, que dicen aun los mismos de España, y lo mismo los de allá, que jamás han visto imagen tal de Nazareno, y aun aquí hay en las monjas Capuchinas uno que sacan el martes santo que a respecto de éste no equivale nada, pues al verlo, se tapan la cara de pavor, porque a la verdad, no han visto cosa más perfecta y de devoción, pues empiezan a llorar luego que lo miran. Es de estatura de un hombre cabal y está en acción de caminar, no está agachado; está con una cruz redonda con nudos, y ya le están trabajando sus andas para que salga en cosa propia, y ya está toda la gente pronta y saldrá con licencia del Virrey; y esto quisiera, que mande indulgencias, pues lleva las atenciones de todo el pueblo; está trabajado en el Cuzco y es tal, que parece que él mismo se ha trabajado, según la perfección. El que me lo mandó fue un caballero, que fue para arriba con un empleo del Rey, llamado Don Rosendo Rico, que ya es difunto. Yo lo recibí por el mes de septiembre a 19, y a 4 de octubre murió, que según muestras, el Señor le pagaba la obra que hizo en dármelo. Y así les participo para que me lo encomienden a Nuestro Señor.

Y también le aviso cómo el año pasado, entraron los señores clérigos a Ejercicios, puros ellos, y la primera data fueron todos curas, tanto de la ciudad como de fuera, que al propósito venían a entrar. Y tal ha sido la edificación de la ciudad y una mudanza tan conocida ha habido, que dicen personas de suposición, como gritando, que son efecto de los Ejercicios; y en la iglesia de la Compañía han puesto escuela de Cristo; dos veces a la semana tiene sus Ejercicios y por consiguiente en las demás iglesias como en la Merced, los da un clérigo; también hay en La Piedad, en Monserrat, en La Concepción y creo que también en San Nicolás; todo esto ha sido impuesto después de los Ejercicios. Y para mayor prueba de esto, pusieron una casa de comedias, hará dos para tres años de esto, se empezó con mucho empeño, pero como en los días que se hacían estos Ejercicios eran los mismos días que habían comedias, concurría mucha gente a dichos Ejercicios y ninguna a las comedias; de suerte que ya se han visto en la precisión de quitarlas, clamando que no podían soportar, por los muchos gastos y ninguna utilidad que tenían, porque ya no había gente que fuese, pues se presentaron al Señor Virrey para que se quitasen. Y en realidad, que así clamaba yo a Su Majestad, que a las comedias les diera calentura lenta; y ha pasado lo mismo que yo deseaba, pues lentamente se han acabado.



Le participo cómo todas las mías le retornan las expresiones y no sé por qué yerro se quedaron algunas sin poner, como la Gregoria del Rosario, que dice que ella es la fundadora y frecuenta mucho los sacramentos, y Petrona de San Ignacio ya es Beata, pues el día de San Luis Gonzaga tomó la sotana; y todas están clamando lo mismo y yo las estoy entreteniendo hasta que sea tiempo, que les iré dando poco a poco; y la Margarita de San Ignacio dice que cómo se olvidó de ella, y también le manda memorias. Para Doña Petrona Barroso también quiero que le mande indulgencias y para Don José Antonio de Echenagucía, que es su marido, que venga en uno; para Don Antonio del Corazón de María también quiero indulgencias; para Don Carlos Urgoiti y su mujer Doña Magdalena Recalde; también para Don José Olivera y su mujer Doña Teodora Machado; y para Don Cosme Espes y su mujer Doña María del Carmen Gayoso, y para Don Juan Balino y su mujer Doña Isabel Rodríguez, y también para Don Francisco Moreno y Doña Margarita Melgarejo, su mujer; para Don Manuel de Uarres y su mujer Doña Ana García. Todas éstas, son personas que continuamente les he recibido favores.
En Santiago no hay cosa de novedades; sus parientes todos están buenos. Tengo carta del Padre Fernando. También me le mandaré indulgencias para Don José Manuel Samaniego, soltero; y para Leonardo Escobar, soltero. Vuestra Merced disimulará las faltas que vayan, pues el concurso de las gentes no me permiten más; pues ya puede considerar que día que entran a Ejercicios no hay lugar. Yo celebraré que al recibo de ésta se mantenga sin novedad, y dará mis finas expresiones a todos mis amados hermanos. Y con esto ceso, y no de rogar a Dios guarde su vida muchos años.
Besa las manos de Vm. su afectísima hermana María Antonia de San José.
Ficha técnica.
- Fecha: 4 de enero de 1786.
- Desde Buenos Aires
- De Mama Antula
- al Padre Juárez.
- Idioma: Español.
Cf. Blanco LIX: ASR 157-162 (en castellano); G 64; B 71-75. Buenos Aires, 4 de enero de 1786.
2 comentarios sobre “Carta 32 – De la Sierva de Dios al P. Juárez (Buenos Aires, 4 de enero 1786).”