Carta 26 – De la Sierva de Dios al P. Juárez (Buenos Aires, 26 de mayo de 1785).

En esta carta Mama Antula agradece que el Papa (Clemente XIV) finalmente ha concedido Indulgencia Plenaria por quince años para todos los que hicieran los Ejercicios Espirituales y repasa quiénes han sido los sacerdotes y beatas que han colaborado en los Retiros hasta el momento.

Mama Antula peregrinando junto a las Beatas. Obra de Benicia Costa Paz( 2020)

En la versión de AL, al principio de esta carta figuran las siguientes notas sobreescritas:

“En carta de Roma de 7 de diciembre de 1785, envían la última carta que ha venido de nuestra Beata y la envían en su original español. El asistente de Alemania, el Penitenciario Inglés y el Francés, la han traducido en sus lenguas para enviarla a la Rusia, Francia, etc. Porque de la Rusia los nuestros y de la Francia la monja tía del Rey (requiescat in pace) y otros personajes y sujetos graves que han leído las antecedentes, tienen dado orden que cualquiera noticia que venga de la Beata y de los Ejercicios, se la envíen luego.

Más: les escriben a los ex Jesuitas Galprin y Guido, sujetos de toda suposición, que están en el Jesús de Roma, que en Francia se han reformado varios conventos sólo con la lectura de dichas cartas y al ver las expresiones de nuestra Beata”. Fechado en Buenos Aires, 26 de mayo de 1785.

Mi más estimado hermano en Cristo: Recibí su estimadísima de 12 de enero de 85 en la que me dice haber sabido de mi indisposición, por carta de Doña Josefa de Alquizalete. Es verdad que me hallé muy cabizbaja, pero ya mi Jesús me ha enderezado sin haber hecho yo remedio alguno. Yo le agradezco muchísimo que se acuerde de mí, para encomendarme al Señor como me dice. Recibí también el Rescripto Pontificio en que concede tres veces al año Su Santidad, Indulgencia Plenaria por quince años para todos los que hicieren los Ejercicios. He dado muchas gracias a Dios y agradezco también al Santo Padre por este beneficio espiritual. Sólo siento que sea para tres veces solamente en el año (1). Porque debe saber que los Ejercicios no paran en hacerse en ninguna estación del año, ni por fríos ni por calores; pues cuando salen unos, ya entran otros; y no hay más días de promedio que dos o tres y ha habido ocasión que han salido por la mañana unos y han entrado por la tarde otros. De aquí podrá inferir cuán conveniente sería una concesión más universal, que le suplico se esfuerce a conseguirla. Es verdad que el Señor Malvar, Arzobispo de Santiago, me concedió para los Ejercicios cuantas gracias e indulgencias podía él conceder en sus Diócesis; con todo eso, porque son más amplias y generales para todas partes y por nuestro mayor consuelo, deseo que las conceda el Santo Padre.

En orden al método de darse y hacerse estos Ejercicios, ya le tengo dicho en mis antecedentes que no discrepan casi en nada de los que daban los Padres, sólo sí, lo que he añadido es que sean diez días, contando desde el día que entran hasta el día en que salen. Vengo ahora yo a responderle a las preguntas que me hace de parte de los Padres que han andado por estos países, que me dicen que tendrán consuelo y gusto de saber, por el conocimiento que tienen de estas provincias y de las personas, que quiénes han sido y son los Directores de los Ejercicios, quiénes mis compañeras, cuáles han sido los principios, medios y progresos de dichos Ejercicios. Algunas de estas cosas las diré brevemente, otras no las puedo decir sin gran confusión mía propia y las demás no sabré yo darle razón, porque ni las entiendo, ni puedo alcanzar cómo se han hecho y se hacen, sino sólo Dios que es el autor de todo.

Primeramente en Santiago, el año de haber faltado Vds., que se comenzaron estos Ejercicios, y luego en Salta. Los primeros directores fueron los Reverendos Padres Fray Joaquín Nis y Diego Toro, ambos religiosos de Nuestra Señora de las Mercedes y de gran virtud y doctrina, que hicieron mucho fruto en las almas. Después de estos Ejercicios en el mismo Santiago, en Jujuy y en el Tucumán, fue director el difunto Dr. Don José Ignacio Villafañe y también el Dr. Madrid lo fue en el Tucumán. En el valle de Catamarca fue el Padre Fray Gregorio Argumoza y el Guardián Fray Domingo Cardia, ambos de San Francisco. En La Rioja, el Maestro Morales, Cura de aquella ciudad y Comendador de la Merced. En Córdoba volvió a ser Director mi Padre Nis, a quien lo bajé por capellán y quien ha trabajado mucho en este ministerio; y también fueron Directores de los Ejercicios en esta ciudad el Señor Cura Dr. Funes, el Dr. Pinto, un dominico llamado Padre Castillo y otro dominico más. También el Padre Rospillosi, hermano de Don Ramón Rospillosi, los doctores Ignacio Guarasa y Don Juan Alberto Guarasa. En Buenos Aires el primero fue el Padre Fray Diego Toro y el segundo un Padre benedictino, Prior de Lima, Señor Don José Arredondo, muy religioso que lo puso el Señor Obispo. Después siguió el Padre Fray Julián Perdriel, dominico, y actualmente, como cosa de un año o más, está siguiendo de Director el Dr. Don Juan Nepomuceno Solá.

Si vive el Padre Segismundo Griera, cuyo hijo espiritual se profesa él pueden preguntarle quien es este sujeto, que en mi concepto es un grande hombre. En estos días después de San Pedro, quieren entrar a Ejercicios los señores clérigos, y el dicho doctor, por su mucha humildad, no quiere darles sino tomarlos, siendo él un vivo ejemplar de Ejercicios, por lo que he determinado que los del Dr. Ortega, Cura de la parroquia de San Nicolás.

Las compañeras que he tenido fueron al principio la Beata Ferreyra, la Doña Juana Beata, la Beata Inés: todas como hermanas e hijas de la misma madre, la Compañía, nos unimos para servir a los ejercitantes y promover los Ejercicios: la cual unión y amor que nos teníamos, causaba mucha edificación a las gentes. Éstas quedaron en Santiago cuando yo partí para Salta a girar la Provincia. Las que me acompañan presentemente y casi siempre son: mi sobrina Ramona Ruiz y otra llamada Manuela, pariente también mía, aunque algo lejos, quien dice que hizo confesión con el Padre Ventura siendo pequeña, y que la conoce. Tenía dos criadas, la una que se murió en Córdoba y por no cargarme con muchas, no he cogido más. Es verdad que según la ocurrencia, me manda otras más la Providencia de mi Dios, que como son tantas omito el nombrarlas.

Al volver de Salta me volví a unir con las mismas Beatas en Santiago y también con María Ignacia Beata. Con esta ocasión le encargo a Vd. y a todos los demás mis Padres, que me encomienden a Dios a la Beata Inés que murió el año pasado de 84, no de enfermedad, sino de un gran susto a tiempo que reventó un volcán en Santiago. No debo omitir en particular, que tengo también en mi compañía a la Casilda Adauto, pero no sólo muy desengañada del mundo, sino también que da muy buen ejemplo y que aspira con ansia a la perfección. Es verdad que repugné mucho el admitirla y aun pedí a Dios nuestro Señor muchas veces que me la quitase y no lo permitiese que viniese conmigo; no por motivo alguno malo, sino es por su hermosura y porque era cortejada antes. Pero ya gracias a Dios no trata sino de Dios. A ésta también le conoce el Padre Ventura.

Finalmente le digo que, por misericordia del Señor, todas cuantas tengo, sean blancas o criadas, que están dedicadas a servir en el ministerio de los Ejercicios, todas tratan de virtud con gran solidez y que no merezco ni aun servirlas. Estas cosas le digo porque se que Vds. conocen a muchas de estas personas y por dar gusto al Padre Nicolás Aráoz, de parte de quien me hizo las preguntas en la suya. y creo que por el conocimiento que tienen Vds. de estos países y de los más de los sujetos, no dejar de tener algún consuelo en saber quienes son.

Don Pedro Miguel Aráoz, mi sobrino, hijo de Don Pedro Antonio Aráoz, vino a oposición de la cátedra a Córdoba con determinación de seguirme en mi empresa si no sacaba la cátedra. Pero habiéndola sacado, sólo me ayuda en aquello que puede. Es pariente del Padre Juan Nicolás Aráoz.

Vengo ahora a las demás preguntas que me hace sobre los principios, medios y progresos de estos Ejercicios. Los principios yo no sé decirlos, sino sólo Dios los sabrá, cómo me entró tanfuertemente esta inspiración. Los medios espirituales procuro en cuanto puedo, que sean los mismos y de la misma manera como los usaban Vds. Pero los medios temporales para mantener los ejercitantes, tantos millares que los han tenido desde el principio hasta ahora y casi sin cesar en tantos años; para mantener los sirvientes; para pagar los alquileres crecidos de las casas grandes de Ejercicios y para otros gastos conducentes a este año; estos medios, digo, son muy visibles a todos, que son solamente de la Divina Providencia. Porque ¿cómo podía yo, miserable, hacer todo esto? Baste decirle que ni yo lo entiendo cómo ha ido todo, pero quien lo ve, no puede negar ser así todo verdad.

Y aún le digo otra cosa más, aunque con gran confusión y vergüenza mía, aun cuando actualmente lo escribo porque se vea solamente la Providencia de Dios para acreditar los Ejercicios, como lo creo, y es que presentemente, y principalmente en esta ciudad, así superiores como súbditos desean darme gusto y servirme sin ningún reparo en mis asuntos; y no hay cosa que yo necesite, principalmente para los ejercitantes, en que con abundancia y con presteza no me sirvan y correspondan, aun las personas mas acreditadas y como apreciando que yo las ocupe y como gloriándose de servirme. Es verdad que todo esto no lo hacen sino por Dios, ni yo lo digo, sino es porque sea alabada en todo Su Divina Majestad. Por esto le tengo dicho a Vd., que no es necesario que me mande ni relicarios, ni otras cosas de devoción como me dice para agradecer a mis bienhechores, pues éstos no necesitan de ninguna correspondencia nuestra, por las liberalidades que hacen con Dios; y si Vd. me manda, me servirá de mortificación el considerar que se privara de lo que le puede servir allá para remediar sus necesidades.

En orden a los progresos de estos Ejercicios, le debo asegurar que cada vez han ido creciendo y que son mejores, así por el mayor número de los concurrentes a hacerles, como para mayor estima que se han adquirido. Lo cual tampoco entiendo cómo haya sido, y sólo Dios lo sabe.

El fruto de ellos sí que es grande y siempre mayor, según lo publican los mismos Directores y Confesores, y según lo que es público en las ciudades. Dios sea alabado por todo pues a Él solo debemos atribuir todo bien que se hace.

Por lo que toca a mi persona, por darle cuenta de todo y hablarle con claridad, debo significarle que me hallo muy cargada de años y que me parece que cada noche ya me muero, pero luego que amanece ya me hallo con mis ánimos y en otro ser. Y así no quisiera coartar mi voluntad a estar sujeta sólo a la provincia del Tucumán, sino es que quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido, para hacerle conocer. Por lo que toca a las demás ciudades donde se han hecho, están clamando por ellos. Por esto me están continuamente llamando de nuestra tierra de Santiago, pues me dice Don Fernando Ovejero, que están clamando por mí, pues desde que vine, no han tenido allí Ejercicios. Y no sólo me llaman de Santiago, sino también del Tucumán y de Córdoba. Es verdad que en alguna parte se han esforzado a hacerlos, según las noticias ciertas que tengo, con gran consuelo mío.

Y le participo, para que también se consuelen Vds. y den la gloria a Dios todo, cómo en Salta está haciendo dar los Ejercicios con sus diligencias, una niña de Toranzos, a quien puede que conozcan algunos Padres. Y en el Tucumán ha hecho también dar los Ejercicios mi prima Doña Josefa Paz, mujer de Don Diego Aráoz, ya difunto, y los ha hecho dar cada año, de lo cual doy muchas gracias al Señor.

Particípole últimamente cómo tengo ya en mi casa de Ejercicios un Oratorio muy decente, como que siempre me he esmerado en esto, y también una custodia muy hermosa. Y en este Oratorio pontificó una vez el señor Malvar con el Santísimo patente. Quisiera, pues yo, tener el consuelo y que lo tuvieran también los ejercitantes, de adorar al Señor manifiesto en algunos días del año, como sea el Corpus, la Ascensión, Encarnación, Pascuas, San Ignacio, etc. Vea Vd. si se puede conseguir.

Finalmente y sobre todo, ya sabe Vd. cuáles son mis mayores cuidados y Vd. en la carta no me envía ningún consuelo sobre ese punto. ¿Será porque es cosa muy reservada? Sea así, basta que ello sucediese. A lo menos me consuelo con este pensamiento.

Dios le guarde muchos años.

María Antonia de San José.

(1) Según la carta de Roma de 7 de diciembre de 88, Su Santidad ha concedido ya por 15 años la indulgencia plenaria, sin restricción, a los que hiciere dar los Ejercicios la Beata Doña María Antonia, siempre que los hicieren. (Esta nota está en el mismo documento).

Ficha técnica.

  • Fecha: 26 de mayo de 1785.
  • Desde Buenos Aires
  • De Mama Antula
  • al Padre Juárez.
  • Idioma: Español.

_Cf. Blanco LI: AL (en castellano); ASR 133-138 (en castellano); G 48; B 62-65. Otras versiones: Blanco L: ASR 139-145 (en italiano); AL; G 48; B 62-65. Cf. también Blanco LIV: ASR 147-152 (en castellano, del 22/8/1785); G 59; B 67-70. Cf. asimismo Blanco LVIII: P 222-227 (en francés): C. P., 307-313.

Publicado por Agustinasalerno

Publico cuentos que escribo para que los puedan leer.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: