Carta 14 – De la Sierva de Dios al P. Juárez (Buenos Aires, 6 de diciembre de 1783).

Mama Antula le cuenta al Padre Juárez las cuitas que la preocupan y que su misión es requerida en otros pueblos con ansias, mientras ya son 15 mil personas las que en Buenos Aires han realizado sus Ejercicios Espirituales.

El Manuelito de Mama Antula.

Carísimo Padre y mi estimado hermano en Cristo:

Es indecible el consuelo que he recibido con la carta de Vuestra Merced de diez de marzo de este presente año, que ha desterrado de mí infinitas zozobras y cuidados que me atormentaban, por la suspensión o privación de ella tan dilatada que me parecía ser causa algún quebranto; y gracias a nuestro Dios que me lo conserva con robustez, que espero ha de ser para su mayor servicio.

Yo me mantengo en esta ciudad continuando con mis Ejercicios, con consuelos que incesantemente recibo del cielo por medio de ellos, que másque pródiga la Divina Providencia en socorrerme para su continuación, se sirve de día en día dar al público prueba de sus frutos que recoge de ellos, y será una entre tantas, la que para su consuelo en Dios le explicaré; y es que en término de cuatro años que sigo este ejercicio con este pueblo, llevo ya cerca de quince mil almas ejercitadas sin la menor mengua desde el primer día hasta el presente, de manera que me veo obligada a no desamparar estas gentes, aun en medio de ser solicitada de otros pueblos y lugares que con ansias me lo piden, interponiendo empeños, prometiendo largas limosnas y dando públicas demostraciones del deseo grande que tienen de los santos Ejercicios. Y baste esto solo, amado Hermano, para que avive más y más sus fervorosas oraciones al fin de que los mantenga nuestro Dios redundando para su mayor honra y gloria.

Extraño mucho que no sospeche Vuestra Merced cuál sea la causa de mis fatigas y crueles penas que padezco y manifesté a Vuestra Merced en la que recibió buscando alivio con velos de frase, porque no juzgaba ni juzgo puede haber duda de mi padecer. Pues ¿cuál ha de ser, sino el ver la Compañía de mi Manuelito o de mi Jesús retirada, extrañada y desterrada de estos países en los últimos confines del mundo? Éste es mi tormento, éste es mi desconsuelo; y para ello vuelvo a solicitar cuál sea el estado en que se halla mi Compañía. No se me excuse ni recele el manifestármelo difusamente, previniéndole que para mí es tal la esperanza que tengo de verla, que a todo lo contrario sin libertad me niego y me fundo en esto. ¿Es posible que mi Dios en tantos años que me hago presente esta mi esperanza, había de permitir el mantenerme firme en ella cada vez más, siempre que fuese errada? Solamente puedo conceder, siendo en castigo de mis graves culpas y pecados.

Mucho sentimiento me ha causado la demora que ha habido para el recojo de los doscientos pesos de poder de Don Manuel Pérez de Beamurguía, aunque ya me supongo en el día recaudados; pero no obstante, va una instancia fuerte de nuestro favorecedor Don Manuel Joaquín de Zapiola para su entrega, con advertencia de entregar los 200 pesos justos y sin rebaja, que de todo se hace cargo dicho Zapiola, lo que le servirá de gobierno.

Como mi ánimo ha sido siempre el enajenarme de las estimaciones del mundo, he repugnado asimismo el recibir informaciones, certificaciones y otros instrumentos que deben acreditar el estado de mis Ejercicios, porque no pretendo premio en esta vida; pero por condescender con lo que Vuestra Merced me previene se solicitará de ese Sr. Excmo. un informe, como que lo palpa, promueve y sabe lo más oculto del gobierno de estos Ejercicios, que dándolo (como no dudo) se mandará incluso en ésta, y Dios quiera que se me consiga todo cuanto tengo pedido cuanto antes, porque conozco que ha de ser para su mayor gloria. Nunca me parece conveniente el señalar director: lo primero porque no lo tengo fijo, y lo otro que aunque tenga hoy uno, puede no ser apto éste, y quiero tener la libertad de elegir a otro; porque mi fin es de ir adelantando más y más este ejercicio, y no quiero estorbo ninguno. Ya me daré a entender, y así Vuestra Merced consígame el indulto a mi elección, cada y cuando me parezca; y de esta suerte digo que ha de ser mi sucesora a mi arbitrio, porque hasta aquí no la conozco sino sólo nuestro Dios, a quien tengo recomendado este asunto como todos los demás.

Su padre Don Antonio se mantiene robusto y no menos que de Alcalde de Santiago: sólo sí encomendara Vuestra Merced a su tío Don Agustín Díaz, que se sirvió Dios llevarlo el veinte de septiembre. El canónigo Juárez se ha mantenido hasta aquí en el Chaco y Corrientes con el fin de reduccionar o convertir infieles. Buen ánimo el suyo; pero a mi parecer no se verá ese galardón sino en los de la Compañía de mi Jesús, como que se van todos deshaciéndose unos con otros; pero ¿qué digo de nueva conversión cuando lo bien convertido que dejó la Compañía es voz pública se va ya por los suelos? Esto me confirma más en aquella dicha esperanza en que me mantiene mi Dios.

Aunque prometí el mandar carta certificada sobre el estado de los Ejercicios pidiendo a este Señor Excmo., no lo hago en ésta, porque ya me acordé tarde y no he querido molestarle, en inteligencia que más de lo que se pretende dará dicho Señor; no por eso suspenda mis pretensiones cuanto antes que salgan, que ya me veo atormentada por su demora. Así lo espero, como el que Vuestra Merced dé finas expresiones a los Padres Buenaventura, Nicolás, Juan José, y todos los conocidos, con quienes espero me recomendará a nuestro Jesús; que yo en todos los Ejercicios lo hago como que es mi obligación. Dios le dé toda su gracia y resignación para sobrellevar estos trabajos que ofrece el mundo.

Su hermana aficionada y servidora, María Antonia de San José.

  • Fecha: 6 de diciembre de 1783
  • Desde Buenos Aires
  • De Mama Antula
  • al Padre Juárez
  • Idioma: Español

Cf. Blanco XXVIII: APA (original, en castellano, carta autógrafa); ASR 47-49 (en castellano); G 40; B 50-51. Cf. también ASR 51-54 (en italiano). Otras versiones: Cf. Blanco XXIX: ASR 55-58 (en castellano: carta 7ª al mismo sujeto); G40; B 52-53. Cf. también Blanco LVII: P 218-221 (en francés, fechada 6/12/1785 y 1/12/1783): C. P., 304-307. Buenos Aires y diciembre 6 de 1783.

Publicado por Agustinasalerno

Publico cuentos que escribo para que los puedan leer.

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