Escribe Mama Antula esta carta con posdata al Padre Juárez en la que se refiere a «la maldita cizaña de Lutero», a la mundanidad de los hábitos de entonces, y comenta que ya son 25 mil almas las que han realizado los ejercicios Espirituales organizados por ella.

La paz y gloria de J. C. sea con Vuestra Merced.
Mi amado hermano en Dios.
Siempre me ha ocupado el corazón más el deseo de la salvación de las almas, redimidas con la sangre del Hijo de Dios, que las mayores penitencias de los Santos. Este es el motivo porque me contristo al contemplar en todas Vuestras Mercedes suprimido el ejercicio de su primitivo ministerio: aquí siento los juicios escondidos del Señor. La misma causa me alienta de las almas para la poderosa operación de los Ejercicios Espirituales de Nuestro gran Padre San Ignacio de Loyola: aquí bendigo su misericordia.
A Vuestras Mercedes les han ligado los pies y las manos (es verdad) hasta impedirles el uso del oído para confesar; pero nadie puede impedirles el expediente del corazón, ni el que entren por medio de la santidad en aquellas entrañas que de madre son las de Jesucristo; él es quien dirige mis pasos, para recoger la mies que a Vuestras Mercedes no les ha sido permitido adquirirla por su profesión. Y como ha tantos años que estaba abandonada, se recauda ahora (mediante la voluntad de Dios) con una abundancia prodigiosa. En esta capital ha sido incesante, de dos años y meses a esta parte, con fruto de muchas conversiones palpables. De este beneficio de Dios, que acredita lo copioso de su redención, han participado indistintamente, sin excepción de personas, toda clase de gentes, moviéndolos a unos a su recepción, y a otros a la contribución de sus limosnas: efectos todos de su divina Providencia.
Las persecuciones de nuestra madre la Iglesia han llenado de tinieblas mi alma; y espero en la misericordia del Todopoderoso que cuando por una parte pierda muchas almas, que ingratas soltaron sus pechos sagrados por la herejía y corrupción de costumbres, por la otra abrirá Dios una gratuita substitución de sus gracias, franqueándolas a quienes la sepan aprovechar. Ésta es aquella alternativa terrible que todo hombre favorecido de Dios debe temer. Vuestra Merced tendrá presente lo que sucedió en el siglo de Ignacio, a quien suscitó Dios para general de tan grandes conquistas y batallas; pues al paso que Lutero se empeñaba en hacer desertar la milicia del Señor, nuestro Fundador no daba golpe que no fuese mortal a sus enemigos, que no fuese una victoria con muchos laureles y, en fin, que no lograse la conversión de las almas y la propagación de la fe, hasta conseguir alistar bajo las banderas de Jesucristo aun a los extraños y enemigos de la casa de Israel. Las cosas que Dios hace por provisión son un rasgo, son una chispa de su corazón vasto y magnánimo; y así, si por Alemania y países que Vuestra Merced me expresa en su carta (donde todavía está diseminada la maldita cizaña de Lutero) han desertado más de 14 mil almas; aquí por la bondad del Altísimo con ésta solamente han recibido del espíritu de Ignacio (que todavía se conserva dentro y fuera de sus Ejercicios) más de 25 mil personas sus divinos sentimientos. Vea Vuestra Merced si Dios no procura en todo su mayor honra y gloria. Alabado sea eternamente. Amén.
Por los consejos diversos, asentí en exponer a Vuestra Merced el pedir certificaciones auténticas de las ciudades para mejor consecución de mis solicitudes; pero inmediatamente despedí de mí tal pensamiento, teniendo presente que, en todas ocasiones y principalmente en esta era, se halla tan corrompido el mundo, que con mucha facilidad exalta a los que debiera humillar, y abate a los que merecen sean exaltados; y como desde mis principios el blanco, donde he puesto la mira, es el que en esta empresa no he de seguir sino aquello que la Divina Providencia me suministrase, no debo aspirar consecución para este fin que venga mezclado con aplausos de los hombres, sino sólo quiero que todos se muevan más de los ejemplos y del fruto sensible de los Ejercicios de piedad, y no de peligrosos informes de los hombres.
Me ha agradado mucho el consejo que Vuestra Merced me da de abandonarme absolutamente a la Providencia Divina por los caminos visibles que me insinúa. Y así el Señor decidirá de mis futuros destinos, de sus medios, de su duración, entretanto abra margen para los otros establecimientos que proyecto; y me consuela mucho ver a los Prelados de estas provincias muy inclinados a todas las ejecuciones de piedad.
La libranza dirigida a Madrid por Don Manuel Joaquín de Zapiola, vecino de esta, tendrá indudablemente el efecto que deseamos; pues actualmente ha escrito su dicho apoderado, de que pondrá en práctica el remitir dicho dinero, y le dice que Vuestra Merced enteramente invierta en cuanto sea para el fin a que se destinan dichos pesos, sin que se disminuya cosa alguna, pues él se constituye en los gastos de todos los documentos que vengan de su mano de Vuestra Merced como el pase por el consejo y demás, etc., a cuyo favor le he rendido mil gracias a dicho Don Manuel Joaquín por esta suma caridad que practica con nosotros. Lo mismo practicaré con Don Agustín Xavier de Beristáin en primera ocasión. Otros cien pesos que remití a Vuestra Merced por mano de la Señora Virreina de Lima, que me supongo ya se halla en Madrid, pertenecen, según expongo en la que escribí a Vuestra Merced adjunto con dicha remisión, a Doña Josefa Alquisales, para los fines que se expresa en el documento que adjunto fue; y a su recibo practicará según y conforme le expongo en la mía. Y adjunto con ese dinero remití 3 onzas de oro, dos de ellas para Vuestra Merced y para mi confesor antiguo Don Ventura Peralta, para que ambos se suplan en sus urgencias; como ya en la antecedente digo a Vuestra Merced.
Cuanto a los privilegios, no tengo que decir más, que sean tan abundantes cuanto Vuestras Mercedes vean ser convenientes, para la amplia administración de los santos Ejercicios; pues aunque en las provincias que he caminado me han ampliado los señores Obispos, así de decirse misa en las casas donde habito en ese ministerio, como por los caminos, y facultades a los confesores para casos reservados, etc., me parece que será muy bueno el que venga de Su Santidad esta amplitud y otras más que allá Vuestra Merced prevenga para el mejor servicio de Dios y lo pida.
Tengo dentro de la casa de Ejercicios oratorio privado, en donde todos los ejercitantes, o mis familiares, cuando no hay aquéllos, hacen sus funciones, y ofrecen el sacrificio a Dios, pláticas, etc.; esta concesión he merecido de los señores diocesanos; y ciertamente todo el valor y ser que requieren las distribuciones de su institución. Las fervorosas oraciones de Vuestras Mercedes deben en algún modo ser preferidas del cielo, para que yo logre en estas fatigas de Jesucristo su mayor éxito, y así Vuestras Mercedes no interrumpan jamás la acción de sus sacrificios y preces, para que así suplan con tales obras y deseos lo que falta a la práctica de su ministerio y lo que sea más propio para hacer fecundo y feliz el mío.
Las misas del día 19 del mes, que ya en mi antecedente tengo avisado a Vuestra Merced que así en nuestra tierra como en Córdoba tengo establecido en honor del Señor San José, estoy actualmente practicando en el oratorio de mi casa de Ejercicios, donde tengo permiso de que en dicho día se le cante la Misa, y asimismo en el día de nuestro Santo Padre Ignacio con aquella solemnidad que me es posible, pues que con toda benevolencia me concede el Excmo. Señor, para que yo lograra el hacer ese corto obsequio siquiera.
Habiendo tenido mi habitación en el barrio de San Miguel, como ya puse en noticia de Vuestra Merced en otra, donde me mantenía pagando por la casa 60 pesos mensuales, ahora me hallo trasladada en el barrio del Hospital, donde dicha casa tiene mejor acomodo que la antecedente y el precio de su alquiler es de 43 pesos, los que pago corrientemente en dinero potable; y estos gastos con otros de mayor consideración para la subsistencia de esta santa obra es solamente de la Providencia divina quien lo ha dispuesto, así parece que convendrá, no obstante que en esta ciudad hay dos casas que en otro tiempo se erigieron para ese fin, y hoy se hallan dedicadas, la una para niños expósitos, y la otra para receptáculo de mujeres mundanas, que viven custodiadas por la justicia.
Cuanto al particular de sus parientes, hasta el presente tengo noticias de que se hallan buenos, y en primera ocasión practicaré el darle sus memorias como Vuestra Merced me lo previene, como también digo del canónigo Juárez que siempre se mantiene en Corrientes promoviendo las reducciones, como ya en mi antecedente puse en noticia de Vuestra Merced.
Vuelvo a repetir mis expresiones a mis Padres antiguos directores y conocidos; a cada uno en particular vuelvo a suplicar se interesen en todos mis asuntos por medio de sus sacrificios, pues siempre me hallo necesitada por mi mucha tibieza. Vuestra Merced diríjame todas nuestras cartas al referido Don Manuel Joaquín de Zapiola, que tendrá el cuidado de mandármelas adonde quiera que esté; cuyo conducto le tengo seguro para cuando se ofrezca.
Por fin, yo me he alegrado en el alma que, después de algunos quebrantos en su salud, se halle bueno en consorcio de sus compañeros y amigos; que yo actualmente (gracias a Dios) me hallo buena, aunque de cuando en cuando he padecido algunos quebrantos de salud; pero veo que son efectos de la humana naturaleza y ofrezco a Dios.
Y deseosa de la
Buenos Aires y enero 25 de 1783.
Muy Señor Mío.
Besa las manos de Vuestra Merced su más humilde hermana en Jesucristo.
María Antonia del Señor San José.
Post datum: Del canónigo Juárez digo a Vuestra Merced que tuve carta ahora poco, quien me dice que se halla robusto entendiendo siempre en sus reducciones de Indios, que no me dice él cuándo se irá para nuestra tierra. A Don Domingo Giles, que de mi parte reciba mis memorias, como asimismo en particular Don Ventura Peralta, Don Nicolás Aráoz. Y he sentido mucho el fallecimiento del Padre Francisco Fraset. También digo a Vuestra Merced que en primera ocasión avisaré a Don Fernando Ovejero las expresiones de Vuestra Merced. A Don Fernando Ordóñez mis expresiones, y le pida a Su Majestad que me dé su santo temor y amor. Estimaré que nuestros asuntos sean lo más breves, que nos pasa el tiempo. A mi sobrino Don Juan José de Paz mis memorias y que en otra ocasión me acordaré de él en particular, y que Doña Margarita la Potosina hace muchas memorias, que actualmente se halla a los últimos.
Después de concluida ésta, me ha ocurrido suplicar a Vuestra Merced me dé individual noticia de las circunstancias de la muerte de Don José Clemente Baigorri, para consuelo de su madre, pues aquí se han divulgado unas noticias, que le hacen digno de veneración, y quisiera tener este comprobante que para mí será de mucha autoridad.
Señor Don Gaspar Juárez.
FICHA TÉCNICA:
- Fecha: 25 de enero de 1783
- Desde Buenos Aires
- De Mama Antula
- Al Padre Juárez
- Idioma: Español
Cf. Blanco XXV: ASR 39-42 (en castellano); G 37; B 46-49. Otras versiones: Blanco XXVI: ASR 43-46 (en italiano); G 37. Cf. también Blanco XLIV: P 214-217 (en francés): C. P., 301-304. Buenos Aires, 25 de enero de 1783.