Seis meses demoraba una carta en recorrer la distancia entre Buenos Aires y Roma a fines del 1.700. Así lo registra el destinatario de esta carta de Mama Antula en la misma misiva, probablemente deslumbrado por la escritura sin respiro de La Beata, que relata que 200 personas en 34 semanas han realizado los Ejercicios Espirituales. El milagro de la multiplicación de los panes no cesa, y lo que sobra es destinado a alimentar a los presos de la cárcel y los mendigos de la Buenos Aires colonial.

Mi amado hermano D. Gaspar Juárez. (Nota del P. Juárez: recibí en mayo o junio de 1782).
Buenos Aires, 28 noviembre de 1781.
Al recibo de la suya escrita en 8 de mayo de este presente año, ha sido para mí de grande gusto, así por saber la prosperidad que logra, como por las expresiones instructivas, con que a esta su pobre hermana le ensancha el ánimo, haciéndole presente con mejor claridad las divinas operaciones que en todos tiempos ha practicado la Majestad Suprema con sus criaturas: y conociéndome el ser una de las más débiles y flacas, me confunde en mi propio no ser, en cuyo reconocimiento clamo en lo íntimo de mi corazón y le doy gracias por tantos beneficios con que de día en día me constituye a mayores obligaciones. En esta atención, humillada y reconocida a su absoluto poder, diviso todas mis operaciones, deseando que en todas sus criaturas se verifique solamente su santa voluntad; con cuya resignación espero que dicho Señor resplandecerá su mayor gloria, en lo presente y futuro, pues, en el presente tiempo, prácticamente estoy experimentando los progresos que su alta Providencia obra con los que son llamados por el medio más eficaz de los santos Ejercicios, principalmente en ésta de Buenos Aires, donde ha querido su santa Providencia destinarme para promover los ánimos más resfriados, principalmente los que habitan por estas jurisdicciones; pues a la noticia de esta santa operación, se han conmovido personas tan ajenas en toda su vida de practicar semejante acto, han concurrido de propósito, caminando muchas leguas, sólo con el vivo anhelo de cumplir para con su criador; así mismo los vecinos de esta ciudad, que aun siendo los más principales, los señores sacerdotes, doctores y demás presbíteros, quienes con sus particulares ejemplos han estimulado a los más principales seculares de carácter distinguido, a concurrir al aprovechamiento de sus almas y éstos a sus mujeres e hijos y demás familia; a vista de esta general conmoción, se han particularizado en complacerme los superiores de esta capital, como el señor Virrey y el señor Obispo; quien, ampliando todo cuanto pueda ser anexo para el efecto, ha procurado demostrarse tan benigno, que ha llegado a concurrir al tiempo de refectorio a presidir durante el tiempo de la refección, viendo con todo gusto la modestia y compostura de los ejercitantes, y al tiempo de irse a su palacio mandarme que quería gustar de los manjares con que alimentaba a los dichos; y al mismo punto así lo ejecuté sin el recelo de que había de disgustar, pues diariamente se practica el servirlos con algunos platos exquisitos, por proveerme su Majestad con toda abundancia. Así viéndolo, este Príncipe ha practicado conmigo a favor de esta empresa muchos beneficios, siendo uno de ellos y el más necesario el de pagar la casa, que mensualmente gana 55 pesos, que sin la menor detención satisfará dicha cantidad; y más, tiene dada orden a su mayordomo que en todas urgencias que se ofrezcan, que concurra muy prontamente a suplir y satisfacer; así mismo, me tiene concedido muchas indulgencias a los ejercitantes, ampliando así para los que entran, como para los que indujesen y que por sus medios lograsen de este beneficio; por lo que, diariamente, dejando sus mayores ocupaciones, concurren en tanta multitud que no dan treguas a la distribución de semanas que se dedican, así para hombres como para mujeres; pues hasta el presente mes, van de ambos sexos 34 semanas, sin más intervalo de tiempo que de dos o tres días, y por algún acaso, seis días concurriendo en cada una de ellas demás del número de 200 ejercitantes, proveyendo Su Majestad Divina para el preciso sustento de éstos con tanta abundancia, que diariamente sobra para proveer a los pobres presos de la cárcel, y alimentar a los pobres mendigos que concurren a esta casa; con que, a la vista de tanto beneficio, le alabo y le doy infinitas gracias como también así lo practican muchos corazones devotos al ver resplandecer sus misericordias.
Por ver este superior movimiento de estas gentes de esta ciudad, el Excmo. Señor Obispo me tiene concedido licencia para que se diga misa durante cada semana en la casa particular donde se practican los Ejercicios, la que existe inmediato a la iglesia de San Miguel, y sólo concurren a ésta a la comunión general, para los que van todos en orden de dos filas, dando particular ejemplo con toda mesura y humildad, que a su vista el más obstinado se conmueve a entrar a los Ejercicios para salir de su mal estado, como así se ha experimentado.
Como así mismo se practica en el día final, a fin de dar buen ejemplo, ir por donde esté el Señor patente para visitarle, y van todos los ejercitantes compuestos en dos filas, cantando las letanías de los Santos, y para cuyo acto se dedican con todo gusto los señores sacerdotes clérigos, quienes autorizan con su persona la compungida y honesta procesión que se forma en la mayor publicidad: con este acto y otros están las gentes, al parecer, en el mejor arreglo que en el que estaban; pues ha querido el Señor mediante su misericordia dar este medio para esta ciudad, al tiempo de que había crecido tanto el desorden, que ya apenas se encontraban en muy pocas personas la honestidad y recato.
Por todo lo que suplico a su Majestad que eche su bendición en todos, y de mí tenga mucha misericordia.
Cuanto a la insinuación que Vuestra Merced me hace en el primer capítulo de su carta, sobre el pensamiento que en otra comuniqué, el de trasladarme a esas regiones, digo que considerando y haciéndome cargo de las congruentes razones que me expone el ánimo sencillo y apartado de parar la consideración en los estilos, políticas y estados de reinos humanos, no dirige su atención sino a la propagación de la honra y gloria de su criador y bien general de las almas, no le sería de ningún obstáculo nada de lo dicho para desistir de su intención, sino que constante seguirla los designios de su Dios y con sumo gusto se expondría a todas las adversidades que el mundo le ofreciese; por fin, sobre este punto no digo más, dejando a la Providencia del Señor.
Yo quedo muy enterada de que Vuestra Merced y los demás mis hermanos, como deseosos de todo mi bien, me hacen presente de todo lo que precede por allá, a cuyos pareceres doy las gracias. Dedicando todas mis acciones a la disposición del Altísimo, viviré siempre por estos reinos, hasta que dicho Señor disponga aquello que fuere su santa voluntad.
A la insinuación que me hace sobre lo que le escribí, de que yo deseaba mayores progresos y permanentes por medio de un proyecto, el que desde luego le comunico, y es que pretendo el establecer en esta ciudad y en otras de estas provincias, monasterios de monjas de la Visitación, atendiendo que dichos monasterios serán de mucha utilidad en este reino, como estoy cerciorada de que por su institución de enseñar a la juventud y dar Ejercicios sirven de grande bien público, como prácticamente se experimenta en los reinos que están establecidos; para cuyo efecto practicaré toda diligencia en la corte de mi Monarca, a fin de lograr por esta parte el mayor beneficio de las almas.
Ya quedo enterada de lo que me dice de haber hecho las más vivas diligencias sobre los asuntos de indulgencias y privilegios, etc., y al mismo tiempo quedo muy agradecida del Rescripto de Su Santidad, que Vuestra Merced me ha remitido, que lo aprecio de todo mi corazón; y así mismo espero el que en adelante recibiré por su mano todo lo demás que tengo ya expresado a Vuestra Merced.
Tocante a lo que me dice Vuestra Merced de haberle escrito a Don Agustín Javier de Beristáin, sobre el asunto de algún dinero, digo a Vuestra Merced que estoy cierta de que no faltará en concurrir con el que Vuestra Merced le insinuase; que aunque sea cantidad de alguna consideración ha de verificar el suministrarle, a quien con toda satisfacción puede Vuestra Merced pedirle; pero fuera de este dicho secreto, digo que prontamente, luego visto ésta, ocurra a la corte misma de Madrid por doscientos pesos a Don (Manuel) Domingo Pérez de Beamurguía, quien dará orden para Cádiz a su primo Francisco de Beamurguía, mercader en dicho Cádiz. Ésta es libranza que da desde esta ciudad Don Manuel Joaquín de Zapiola, quien remite los documentos correspondientes a Madrid a manos del dicho Don Domingo Pérez de Beamurguía. Debo decirle que, habiendo recibido dicho dinero, sin escrúpulo alguno válgase de él; que es mi voluntad que no pase Vuestra Merced urgencia de lo que le fuere preciso, y así mismo espero sufragar algunos gastos que acaeciesen para los asuntos ya dichos de mis pretensiones; no pare la consideración en querer destinar solamente para dichos efectos, sino que con toda satisfacción puede valerse como le digo, que mi voluntad es que no pase Vuestra Merced ninguna falta; que si me fuera posible el que con la sangre de mis venas pudiese remediar así el alivio de Vuestra Merced como de los más mis hermanos que residen por allá, muy gustosa lo practicara; en esta atención, así para Vuestra Merced o para las personas de quienes Vuestra Merced está enterado son de mi mayor aprecio, repito a Vuestra Merced no deje ocurrir siempre a dicho Don Agustín Javier de Beristáin con el seguro de que será Vuestra Merced atendido en todas ocasiones.
Advertida a lo que me dice de los documentos seculares, desde luego esperaré a cuanto me insinuase Vuestra Merced, y al mismo tiempo he apreciado mucho el favor que recibo de los que me han favorecido en hacer aprecio de mis cartas y de la del Sr. Canónigo Juárez, y así mismo doy las gracias a los que me han dado informaciones favorables, que desde luego éstas darán vigor para los asuntos de nuestra pretensión. He aceptado mucho la significación de Vuestra Merced cuanto a lo que me dice de los Santos Patronos de los Ejercicios, y me dice Vuestra Merced que se supone que no dejo de encomendar también al glorioso Santo Fundador de dichos Ejercicios. A esto respondo, que no solamente estoy dedicada a encomendar a dichos santos, sino que el Santo Fundador es el que tiene el primer lugar en el punto de mis devociones, como que siempre practico el darle culto solemne de misa cantada, para que en todo tiempo interceda y me consiga especiales gracias del Altísimo, para lograr en este ministerio todo acierto.
Cuanto a lo que me dice de los deseos que tienen muchos sacerdotes operarios para el efecto de Ejercicios, digo que Dios nuestro Señor lo gobierna todo, que cuando se digne dicho Señor dispondrá según y conforme fuese su santa voluntad, en quien tengo puesta toda mi esperanza (y no digo más sobre este punto), dejando mis deseos al que es dueño de todas las criaturas, etc.
Repito en ésta y continuaré en significar mis cordiales memorias a todos los sujetos conocidos y favorecedores míos, suplicándoles me tengan presente en sus sacrificios, que yo, aunque indigna, no ceso de clamar a mi Señor por sus progresos espirituales; y en parte le comunicará Vuestra Merced a mi confesor Don Ventura Peralta mis expresiones, que teniendo ésta por suya me ordene cosas de su mayor agrado, y que no le escribo en particular por no serle de molestia o causarle interrupción en sus espirituales ocupaciones; pero me es suficiente el tener el gusto de comunicarle por medio de ésta a fin de suplicarle que en sus oraciones me tenga presente por estar yo muy necesitada.
Asimismo participe Vuestra Merced de mi parte a Don Domingo Giles mis expresiones, diciéndole que en ésta de Buenos Aires me hallo muy obligada de favores a su señora madre, quien con ánimo tan sencillo y puro me asiste en cuanta urgencia se me proporciona, principalmente siendo para el útil de los ejercitantes, como que desde que llegué a ésta me tiene puesta una criada esclava para el cotidiano servicio. A Don Nicolás Aráoz, a Don Fernando Ordóñez, les dará Vuestra Merced mis expresiones, y asimismo en otra ocasión me dará Vuestra Merced razón de Don Francisco Fracet y de Don Juan José de Paz, mi sobrino hermano. Yo he sentido mucho el que para mis asuntos se haya coartado de algún dinero, el que en esos países me supongo que por poco que sea lo que haya gastado le hace mucha falta; así con toda satisfacción válgase de dicha plata, ya que la Divina Providencia me ha franqueado, que siempre que me ofrezca otra ocasión avisaré a Vuestra Merced para que le sirva de algún alivio. Pongo en noticia de Vuestra Merced que luego que llegó la suya a mi mano, mandé noticia a nuestra tierra a manos de Don Fernando Ovejero, clérigo, presbítero, de quien espero me dará noticia de todo lo de por allá, y en otra participaré a Vuestra Merced de todos los suyos.
Hallándome, como expongo a Vuestra Merced, en esta ciudad, me hallo al mismo tiempo precisada del Sr. Obispo de nuestra patria para regresar cuanto más antes pueda, con designio de que en aquélla quería seguir su visita y al mismo tiempo caminase yo por las ciudades, pueblos y lugares, con el fin de dar Ejercicios; pero hallándome, como expongo arriba, con tanta concurrencia, no he podido complacerle, conociendo que me quedaría mucha gente sin haber logrado del fin a que me trajo el Señor a esta tierra. A esto Vuestra Merced me comunicará su parecer, para yo practicar con el acierto que deseo. Así mismo expongo que es tanto el movimiento que hay en todas estas gentes, que hasta los jueces superiores de esta capital están ya prontos para tener Ejercicios en esta Cuaresma venidera; que a la vista de esta experiencia, no me es posible dejar de seguir, principalmente experimentando que el Señor Obispo está practicando todos los beneficios que ya tengo dicho arriba.
Con que me veo con el ánimo vacilante en ver que el de nuestra patria es mi legítimo pastor y es un príncipe tan heroico en todas sus operaciones, que los progresos en su gobierno de su obispado, toda ponderación no sería bastante para el elogio que se merece, me estimula a grande sentimiento.
Dios nuestro Señor dispondrá en todo, pues le ruego y suplico dirija mis acciones a cuanto sea de su santo agrado.
En ínterin se me proporciona otra ocasión de escribirle, no deje de participarme de su salud y de la de mis amados hermanos, lo que continuamente deseo saber. Así mismo particípeme de lo que digo a Vuestra Merced cuanto al dinero, si lo ha recibido o no, que según me diese Vuestra Merced razón de mis asuntos en el estado que se hallan, procuraré siempre, cuanto me sea posible, en dar los medios más convenientes para ello.
Dios Nuestro Señor le prospere la vida muchos años.
Buenos Aires, noviembre 28 de 1781. Besa las manos de Vm. su más humilde hermana, María Antonia de San José.
FICHA TÉCNICA:
- Fecha: 28 de noviembre de 1781
- Desde Buenos Aires
- De Mama Antula
- al Padre Juárez
- Idioma Español
Cf. Blanco XVI: ASR 23-26 (en castellano); G 35; B 33-37. Otra versión: cf. Blanco XVII: G 35; P 190-197 (en francés): C. P., 279-286.